Conoce las caras detrás del vino
Nekeas remonta sus raíces más allá del siglo XVII, tanto por su nombre como por las familias propietarias de la empresa Nekeas.
Se conservan documentos antiguos de gran valor -cuyas copias se pueden ver en la Bodega- en los que se relata el “día a día” de la viña y del vino desde tiempos antiguos. El primero de ellos, de 1572, nos dice que en Añorbe se produjeron más de 142.000 litros de vino. En otro, de 1601, el primer apeo (actual catastro) realizado en el municipio de Añorbe, se describe la superficie de viñedo existente en ese año: 1.653 peonadas, el equivalente a 82 ha.
De 1694 encontramos otro documento que autoriza la replantación de una viña que se había arrancado por vieja, lo que nos indica que la característica regulación del viñedo en Europa viene de antiguo.
Las lindes de las viñas de Bodegas Nekeas son paso obligado para los peregrinos del Camino de Santiago en la Sexta etapa de esta ruta. Caminantes que circulan desde hace siglos, unos cuantos antes de que nacieran las raíces vinícolas de las bodegas de la zona. Esta bodega aguarda las viñas de Garnacha más viejas del lugar, y con cepas de más de 70 años tenemos vinos tan especiales como El Chaparral.
El Vino
Tinto joven. Tempranillo y Merlot. Viñas situadas sobre laderas orientadas al norte del Valle de Nekeas para proporcionar la frescura y frutosidad mas apropiada para este estilo.
Marida tu momento
Un delicioso plato tradicional que marida perfecto con esta vinazo.
Conejo al ajillo
Ingredientes
Conejo troceado en porciones 450 g
Dientes de ajo 5
Harina de trigo 10 g
Vino blanco 200 ml
Caldo de carne 200 ml
Aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta al gusto
Limón zumo de medio
Elaboración
Repasamos los trozos de conejo retirando algún resto de piel o grasa, los sazonamos y los pasamos por harina. Mientras hacemos esta operación, ponemos en una cazuela baja cinco cucharadas de aceite de oliva y doramos en ella los cinco dientes de ajo sin pelar.
Conforme vamos enharinando cada tajada, la incorporamos a la cazuela. No os preocupéis si no caben todas. Según se vayan dorando, menguarán un poco y al final todas podrán acomodarse. Freímos bien las tajadas hasta que tengan un color apetecible y estén bien hechas por dentro. Tardaréis unos veinte minutos en dorar todas, dándoles la vuelta continuamente hasta que queden como en las imágenes.
En ese momento, cortamos un limón por la mitad y lo exprimimos con la mano repartiendo los jugos por encima de cada tajada. Agregamos el vasito de vino y el de caldo y subimos el fuego para que comience a reducirse la salsa.
Agarrando con las dos manos las asas de la cacerola, -con cuidado para no quemarnos- agitamos la cazuela y le damos movimientos circulares. Así la salsa se va ligando mientras se evapora el resto de líquido. En dos o tres minutos, esa salsa ha impregnado las tajadas que quedan jugosas y llenas de sabor. Espolvoreamos con un poco de perejil y a la mesa para comerlo bien caliente.